viernes, 26 de marzo de 2010

CERAMICA RAKÚ

El Rakú es una técnica tradicional oriental de elaboración de cerámica utilitaria.
Se cree que es originaria de Corea, sin embargo es en Japón donde ha florecido y encantado a todos los que tienen contacto con ella.
Desde finales del siglo XVI el Rakú atrajo a los maestros del té, influidos por la filosofía budista zen, quienes sintieron un placer singular en este retorno consciente al directo y primitivo tratamiento de la arcilla. Durante la ceremonia del té los participantes bebian la infusión en vasijas fabricadas por ellos mismos.
El Rakú significa tranquilidad, pero también "diversión" o "felicidad"

El proceso del Rakú es el mismo si son piezas de cerámica utilitaria o decorativa como es nuestro caso.
Las piezas se llevan a un horno pequeño a 900 grados centígrados aprox. (depende del esmalte o lustre utilizado). Cuando los esmaltes alcanzan su punto de cocimiento se sacan en estado de incandescencia y se depositan cuidadosamente con la ayuda de pinzas de hierro, en un recipiente lleno de viruta de madera (también se pueden usar hojas de periódico u hojas secas de árbol). El contacto con este medio incendia la viruta, las hojas o el papel y se genera una enorme cantidad de humo que penetra en la pieza y entra a ser parte de ella.  Los esmaltes (óxidos) con que han sido pintadas las piezas proporcionan una parte del oxígeno para esta combustión, convirtiendose así en metal puro, lo cual le da la apariencia característica a esta cerámica.
Después de varios minutos, el proceso químico se fija bajando bruscamente la temperatura con agua. Se obtienen al final tonalidades, texturas, matices y colores fascinantes y nunca iguales de una pieza a otra, que pueden ser desde rojos metalizados hasta craquelados, nacarados y tornasoles característicos de  esta técnica.
El Rakú es pues, una compleja alquimia donde intervinen los cuatro elementos (tierra, fuego, agua y aire) de la cual resultan piezas únicas, siempre maravillosas.
No es nada extraño que en el proceso, siempre manual, se rompa alguna pieza, por sus tensiones internas al colocarlo al calor, o al cambiar de temperatura, el ceramista de Rakú no se aflije por esto, sino que recoge las piezas con cuidado y
repara la pieza hasta ponerla en condición de utilizarse con sus cicatrices a la vista. Los alfareros antiguos del Japón resaltaban estas cicatrices al soldar con metales preciosos la pieza y en muchos casos le daban más valor a una obra así obtenida.